Energías renovables en la Argentina: el caso de la energía eólica
El 12 de julio pasado tuvo lugar el taller interno en el cual los investigadores Carlos Aggio, Vladimiro Verre y Francisco Gatto presentaron los resultados del trabajo sobre “Innovación y marcos regulatorios en energías renovables. El caso de la energía eólica en la Argentina”. El objetivo del estudio fue caracterizar e identificar el potencial del sector como generador de oportunidades de innovación y de adquisición de competencias tecnológicas locales. El otro eje de la investigación fue la revisión de los marcos regulatorios que han contribuido al desarrollo de la energía eólica en los países líderes y el rol que pueden tener estos en el caso argentino para que el sector se expanda a partir del desarrollo de actividades intensivas en conocimiento en el país.
Carlos Aggio abrió la presentación señalando que “el mundo vive una transición energética cuyos aspectos esenciales son una creciente electrificación del consumo y el auge creciente de las energías renovables”. Precisó que “la electricidad pasó de ser el 9% del consumo energético mundial en 1973 al 20% en 2015, y fue la fuente que más creció en ese período. A su vez –remarcó–, es notable el impulso que tomaron las energías renovables no hidroeléctricas, entre ellas la eólica: pasaron de producir el 1% del total en 1973 al 7% en 2015”.
Agregó que “del relevamiento efectuado surge, como otro aspecto decisivo, la necesidad de una combinación de políticas públicas –policy mix– que faciliten la innovación. En especial, afirman que para desarrollar esta actividad con tecnología propia es indispensable coordinar esfuerzos de una amplia gama de actores, ministerios e instrumentos de intervención, incluso por afuera de la CTI”.
A su vez, Vladimiro Verre describió el recurso eólico como “variable, incierto e intermitente”, condiciones que determinan los desafíos técnicos y de gestión que debe afrontar su explotación. Es por eso, afirmó, que “la tendencia observable a lo largo del tiempo es buscar mayores alturas y también ir mar adentro, pues son los espacios físicos donde se registran los vientos más fuertes y constantes”. Señaló al aerogenerador como el centro del sistema y de la cadena de valor: “Es el mecanismo fundamental que transforma la energía cinética del viento en energía mecánica y luego en eléctrica; la evolución tecnológica en el segmento de alta potencia, onshore y offshore, ha transformado a los aerogeneradores en máquinas inteligentes”.
Verre afirmó que en la cadena de valor eólica pueden identificarse ocho segmentos, que comienzan en la promoción del proyecto y finalizan en la operación y el mantenimiento del parque eólico “en cada uno de los cuales se destacan una serie de actividades intensivas en conocimiento como el uso de grandes bases de datos y atlas eólicos, la modelización del recurso en sus diversas etapas, la investigación de nuevos materiales o el diseño de algoritmos para los sistemas de control del parque, entre otros proyectos de I+D. Puede afirmase que el rol fundamental lo cumplen el tecnólogo y el desarrollador del parque eólico”.
Como hechos estilizados del sector, manifestó que “se constata una incorporación exponencial de potencia en el mundo, así como un incremento nominal de la potencia de los aerogeneradores y de las alturas de los rotores, un descenso constante de los costos y un mercado que tiende hacia el oligopolio concentrado en pocos actores”.
Carlos Aggio señaló que en el caso argentino “se observa una tendencia opuesta a la transición energética que se registra en países desarrollados, ya que en el mercado local la expansión de la energía eléctrica fue atendida sobre todo por fuentes de generación térmicas que pasaron del 44% del total en 1995 al 63% en 2015. A pesar de los marcos regulatorios y políticas de fomento intentados en los últimos 25 años, las energías renovables y no convencionales –excepto la nuclear y las grandes represas hidroeléctricas– muestran una muy baja penetración en el sistema, debido a que significaron, en 2015, apenas el 0,4% del total producido”.
Luego, Aggio describió el desarrollo histórico del sector e hizo un repaso de la evolución de los marcos regulatorios desde la Ley N° 25.019 de 1998, la Ley N° 26.190 de 2006, las políticas de demanda a través del FONARSEC en 2013 para el desarrollo y la fabricación de aerogeneradores con tecnología propia, para luego analizar con más profundidad el marco normativo actual iniciado a partir de la Ley N° 27.191 de 2015 y el Decreto N° 531 de 2016 que estableció el programa RenovAr.
“Actualmente y como resultado de la política en energías renovables –informó–, están anunciados proyectos que pretenden llevar el total de parques eólicos a 46 y la potencia instalada a 3.098 megavatios. Estos constituyen una tercera oleada de inversiones, que de lograrse en su totalidad multiplicarán por diez la capacidad instalada de generación eólica y aumentará la potencia nominal media de los proyectos, con mayor protagonismo de los tecnólogos internacionales”.
En este marco, Vladimiro Verre enfatizó en la recomendación de reforzar las políticas de CTI locales en el campo de la energía eólica y en las ventajas de generar conocimiento y capacidades conjuntas público-privadas locales.