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El CIECTI en el Tercer Conversatorio de Género, Ciencia y Evaluación

Diana Suárez
Diana Suárez

En el marco del Ciclo “Ciencia es Igualdad”, el 3 de marzo se llevó a cabo del Tercer conversatorio de Género, Ciencia y Evaluación donde participó Diana Suarez -vicepresidenta de la CIC, investigadora CIECTI y profesora de la UNGS- junto a otras referentes y pioneras en el ámbito científico como Vera Álvarez, Cynthia Jeppesen, María Cristina Cambiaggio, Roxana Banda Noriega y Carla Seain.

El encuentro centró su discusión en tres temas disparadores que iniciaron el debate y aportes de todas las participantes: ¿qué rol cumplen los sistemas de evaluación en la actividad científica y cómo afecta esto a la participación de las mujeres y diversidades? ¿Qué estrategias pueden implementarse para derribar el “techo de cristal” que enfrentan las mujeres a la hora de desarrollar su trayectoria en la ciencia y cuáles son los desafíos para poder establecer un sistema de evaluación con perspectiva de género?

Todas las disertantes coincidieron en que el sistema de evaluación actual se encuentra en crisis y merece, como mínimo, un debate. También coincidieron en señalar que al referirse a sistemas de evaluación es preciso tener presente que existen varios tipos de ellos, dado que pueden evaluarse instituciones, proyectos, programas, políticas y también trayectorias de investigación. Vera Álvarez –Subsecretaria de Vinculación Tecnológica, UNMdP- describe dos cuestiones importantes a la hora de evaluar las trayectorias: revisar quién fija las políticas de evaluación y quienes la implementan.

Según Cynthia Jeppesen, Gerenta de Evaluación y Planificación en CONICET, esta institución tiene una larga trayectoria en sistemas de evaluación tradicionales, entendiendo por tradicional los formatos originales que son comunes a otras instituciones académicas como universidades e instituciones de CyT, donde la evaluación está centrada en la opinión de los/as pares especialistas en cada disciplina.
En los últimos años se han visto modificaciones -por un lado- en el contexto del Plan Argentina Innovadora 2020 y -por el otro- en la discusión internacional donde se plantea que la evaluación tendría que dar lugar a una diversidad de trayectorias y esto implica que la investigación básica sea tan válida como la una investigación aplicada o el desarrollo tecnológico.

Roxana Banda Noriega -Vicedirectora del Centro de Investigaciones de Estudios Ambientales- CINEA/UNICEN- estuvo de acuerdo en que los sistemas de evaluación son herramientas de la política científica que tienen que están claramente establecidas y por esta razón es válido interpelarlas con criterios claros y transparentes. En sintonía con esto declaró que se necesitan sistemas de evaluación comprometidos con el ambiente, el género y la diversidad y esto conlleva a revisar indefectiblemente el sistema en sí, siendo vital pensar otros indicadores igualmente importantes a la hora de evaluar, que sean más estratégicos para poder prever un mejor acompañamiento, por ejemplo, en el período de maternidad de la mujer y, obviamente, acompañado de un cambio cultural donde la crianza sea compartida, al igual que las tareas de cuidado.

Hablando de las limitaciones que encuentran las mujeres en la ciencia y tomando de referencia el estudio del CIECTI acerca de Efecto Matilda, donde se han indagado estadísticas de PICT (Proyectos de innovación científica tecnológica), Diana Suárez recordó la desventaja que tienen las mujeres respecto de ser elegidas para financiar un proyecto de investigación y la nula recurrencia que sucede en materia de financiación, lo que hace ver el techo de cristal bastante más duro de lo que la analogía propone.

Suárez sostuvo que el sistema de evaluación debe ser transformado de manera sustancial por tratarse de un sistema que está colapsando, crece a nivel mundial la carga de evaluación y esto hace necesario incorporar indicadores objetivos y cuantitativos, así como también abordar la dificultad que se presenta a la hora de evaluar proyectos que demanden interdisciplinariedad. Asimismo, las publicaciones científicas deberían enfrentarse a un proceso de evaluación que esté ligado más a validar el conocimiento con los pares que reducir la discusión estratégica de la política científica nacional a la agenda editorial de corporaciones internacionales, como son las revistas científicas.

Según Suárez, desde la gestión de la ciencia se puede transformar esta situación a corto y mediano plazo considerando cómo se arman la grilla de evaluación y evalúan los equipos y cómo se produce el conocimiento. Para esto es necesario que los y las pares evaluadores y evaluadoras cuenten con una sensibilización y capacitación con perspectiva de género.
Promediando esta segunda parte del conversatorio, Suárez declaró que considera necesario trasversalizar la equidad, dado que una participación equitativa de los diferentes géneros en la producción de conocimiento lleva a hacer mejor ciencia, eso es lo que deberíamos poner en agenda.

A su vez, María Cristina Cambiaggio –Integrante del Colegiado Directivo de la Asociación Argentina para el Progreso de las Ciencias- reconoció que los sistemas de evaluación deben ser mejorados y discutidos, pero a la vez se debe intentar proponer una nueva cultura, observando todos los temas con perspectiva de género. Por su parte, Carla Seain –Subsecretaria de Agricultura, Ganadería y Pesca- destacó la importancia de reconocer y romper con los mandatos sociales que impone la cultura patriarcal y no perder de vista que no tiene que ver con una cuestión de cantidad de varones y mujeres sino de las capacidades.

A modo de cierre y abordando los desafíos a afrontar para lograr una mayor equidad en la ciencia, Diana Suárez reconoció que todavía no queda claro para el genérico de las personas que la equidad mejora la producción de conocimiento. El actual escenario nos muestra que estamos avanzando pero necesitamos ir más rápido. Hoy los datos indican que según esta tendencia nos llevaría entre 50 y 70 años cerrar la brecha en publicaciones. Esto hace reflexionar acerca de que es hora de pasar de la deconstrucción y sensibilización a la trasversalización, lo cual es un proceso más complejo. En este sentido, Suarez enfatizó que “No necesitamos especialistas en género que hablen de cosas, necesitamos especialistas en cosas que hablen con perspectiva de género”.